La educación y los retos del
momento.
(28 de abril de 2021.)
En estos días hay en el ambiente
muchas voces que hablan de las necesidades materiales, logísticas,
metodológicas, filosóficas y un largo etcétera, algunas de ellas genuinamente
preocupadas, otras, por la necesidad de ganarse el sustento y la elección de
publicar críticas como medio para subsistir.
Anticipo que no tengo la
solución, también hablo y es todo lo que voy a hacer, no vayan a nombrarme
ministro de educación y voy a terminar de poner mal las cosas.
Quiero exponer algunas de las
experiencias vividas y de las que, de algún modo, he sido partícipe.
Una de las eventualidades en la
que me vi involucrado fue el cambio de planes y programas de estudio de las
escuelas normales superiores en el año 2000, si no mal recuerdo. Habíamos
arrancado el curso de verano y, a mediados de la primera semana, nos dicen que
nos presentemos a una reunión y que se suspenderían las clases. En la reunión
de referencia nos dicen que vamos a trabajar con planes y programas nuevos, es
decir, hay que hacer de nuevo la planeación del curso, conseguir bibliografía y
preparar las clases de nuevo; plazo: dos días, cuatro si contamos el sábado y
el domingo de ese fin de semana. La subdirección, a revisar perfiles y asignar
las materias del nuevo plan y, el administrativo, a reubicar a los alumnos en
las especialidades (no todas eran las mismas), elaborar listas de evaluación y
asistencia, informar de la ubicación de las escuelas y aulas en que se
laboraría…un huracán y un sismo simultáneos en la escuela. Hubo inconformidad
entre el alumnado, algunos pidieron su baja, etcétera, todo eso hubo que
organizar.
De los compañeros catedráticos
(hasta donde tuve conocimiento), ninguno abandonó el barco, tuvimos que
estudiar la nueva bibliografía con los estudiantes; la temática no nos era
desconocida, pero con los nuevos enfoques y los textos cambiados, fue como
montar otra bicicleta o cambiar de automóvil, hubo que hacer ajustes y se
hicieron.
Hubo también un cambio ocasionado
por el receso de julio-agosto en el que, en vez de trabajar cinco días durante
seis semanas, tuvimos que hacerlo por seis días durante cinco semanas y así
ocurrió, nadie falleció debido a esto.
Uno más de los ajustes fue el
paso de curso de verano a modalidad mixta, con trabajo en el aula y trabajo en
casa. No olvidemos que el 90% de los estudiantes venían de otras ciudades y
estados (esta aproximación la hago sin más fundamento que lo que vi). En esta
forma de trabajo empecé, por iniciativa propia, a decirle a los estudiantes que
me enviaran sus trabajos por correo electrónico, pues de esa forma podía
revisarlos sin ajustarme a un horario ni la necesidad de la presencia física de
sus productos y así iniciamos con el uso de un recurso más que no habíamos
considerado hasta ese momento y que resultó valiosísimo, pues hizo factibles
una amplia gama de posibilidades para ellos y para mí. Debo, a fuer de ser
honesto, decir que no funcionó con todos; en una ocasión uno de los muchachos
me dijo: “yo no puedo mandar mis trabajos por correo, no tengo computadora” y,
de inmediato repliqué, pues ve a un ciber y él contestó a su vez: “no hay,
donde yo vivo no hay teléfono” y me encontré ante una realidad que no había
contemplado. Sin embargo, el asunto se resolvió satisfactoriamente.
En fin, en 34 años pude ver
muchas cosas distintas, en educación primaria, secundaria y en la normal
superior. Lo que estamos viviendo actualmente tiene muchas facetas inéditas, es
cierto, este reto no lo elegimos, no se planeó, no se pudo prever, su magnitud
es todavía difícil de cuantificar cabalmente y, si no sabemos siquiera su
tamaño, pues la solución o soluciones no están todavía en posibilidad de
plantearse y, por esto hay ya mucha alarma, por demás comprensible.
Tengo un nieto que, en ocasiones
asume algunas posturas, para mi gusto, inadecuadas, pues ante situaciones que
le son desconocidas o con las que ha tenido experiencias insatisfactorias,
simplemente declara el mundialmente famoso “no puedo”, pero, cuando se trata de
otras actividades, que son de su preferencia, los videojuegos, concretamente,
es admirable su capacidad para plantear el problema, encontrar sus limitaciones
y generar recursos para la solución y localizar fuentes de consulta accesibles
y confiables, así como la perseverancia y la diligencia que muestra. Pues bien,
de algún modo me recuerda a la actitud de algunas de las personas que externan
sus inquietudes por la situación que vive actualmente nuestro aparato educativo
en todos sus órdenes. El presupuesto requerido es enorme, por lo que escucho,
los docentes necesitan estar vacunados, los padres están preocupados porque los
niños no están inmunizados, etc., etc., etc., ¿Y? por desgracia nuestros
parásitos, perdón, políticos, se han especializado en dañar la imagen de sus
opositores y, debo reconocerlo, lo han hecho con mucho éxito y ahora sabemos
que unos son ineptos, otros sinvergüenzas y la mayoría, una combinación de
ambas cosas y otras lindezas. El hecho es que su función nominal, la de gobernar,
parece no interesarles.
No hay mucho que analizar,
tenemos que resolver esta situación, con o sin el gobierno o sus opositores;
quejarnos, asustarnos o agredirnos solo nos hará dilapidar recursos, entre
otros, el más valioso y no renovable: el
tiempo, del que no disponemos en abundancia.
Hay que empezar, hacer,
equivocarnos, corregir, reintentar, aportar, colaborar, en fin, aceptar que no
se trata de ustedes, nosotros o ellos, somos los mismos, somos lo mismo.
Es tiempo de dejar de llorar por
los cacahuates que se nos tiraron y comernos los que tenemos en la mano. No hay
más cera que la que arde, si se te ocurre algo, pues proponlo, publícalo,
olvídate de tener el mérito, no politices las soluciones, no en el sentido en
el que se ha venido haciendo, no somos de morena, no somos del pri, del pan, el
prd, el verde, ninguno es propietario de nosotros, no
tenemos dueño, somos los dueños de nosotros y del país y la solución tiene que surgir
de nosotros.
Vamos a resolver la situación
actual, tú puedes hacerlo, pero cuando cada uno de nosotros entienda que “soy solo yo quien necesita resolver esta situación y
nadie más” empezaremos a mover a México en la dirección correcta.
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